Hace unos años descubrí con fascinación los caminos de La Gomera, caminos que se cruzan serpenteantes, antiguos caminos de herradura que antaño servían para comunicar lo que las montañas separaban y para llevar todo lo necesario a cada población, excepto las noticias, que de barranco a barranco en tiempo real se retransmitían con el lenguaje del silbo. La Gomera hay que recorrerla despacio, parando en sus pueblos, hablando con sus gentes y probando las especialidades culinarias de la Isla.
Esta semana me ha alegrado saber que La Gomera se prepara para ser la Isla canaria más preparada y con mayor oferta para la práctica del senderismo.
Los caminos y senderos para la práctica de este deporte son tan bellos como innumerables. Se definirá con exactitud la red insular de senderos, para llevar a cabo un proyecto de señalización y la elaboración de un mapa específico de estos senderos y así favorecer el recorrido a pie de toda la geografía gomera en condiciones de comodidad y disfrute de la rica naturaleza y los encantos del paisaje local, este plan incluirá también un conjunto de miradores y albergues, para facilitar el trayecto de los caminantes.
El paisaje de La Gomera sorprende por su contraste y su variedad, pequeños pueblitos llenos de encanto, impresionantes barrancos, grandiosos roques, maravillosos palmerales, fértiles terrazas de cultivo, el Parque Nacional de Garajonay, con arroyos de aguas cristalinas y exuberantes especies vegetales de Laurisilva, una tierra accidentada pero repleta de sorpresas a cada vuelta del camino.
En definitiva en La Gomera, como citaba Robert L. Stevenson, “No pido otra cosa: el cielo sobre mí y el camino bajo mis pies”
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